Las Planchas Grabadas de Ur
Débora Goldstern
Débora Goldstern
Esta historia que hoy Crónica Subterránea dará a conocer, llegó a mi vida
hace alrededor de 20 años, cuando adquirí el libro, Reinos Perdidos y
Claves Secretas (1979), de Juan Parellada de Cardellac. Esta obra no
solo marcó a fuego el camino investigativo que luego emprendí, sino que fue el
primer acercamiento hacia el mundo subterráneo, en conexión con las
civilizaciones desaparecidas.
Dotado de una gran erudicción, este escrito es una de las mejores recopilaciones sobre el tema, aunque lamentablemente la edición que compré en su momento carecía de bibliografía, que impidió por mucho tiempo conocer la mayoría de las fuentes que son citadas por Cardellac. En uno de sus primeros capítulos al hacer alusión a la Atlántida, el escritor catalán refiere la historia de un extraordinario descubrimiento que habría tenido lugar en medio oriente, aunque como siempre ocurre, se ocultó al público, desconociéndose en la actualidad el destino del hallazgo.
Con los años, supe, que la fuente citada por Cardellac, pertenecía a "Historia Desconocida de los Hombres desde hace Cien Mil Años (1966), del estudioso francés Robert Charroux, quién fuera el responsable de propagar la información.
Aunque esta historia circula hace mucho tiempo, y dada la imposibilidad de probarla, cumple con varios requisitos que la convierten en una posibilidad más que aceptada, ya que habla en primer de una conspiración y silencio con respecto al destino de unos de los continentes desaparecidos más famosos, Atlántida. Otro punto, es que el relato como a continuación veremos, habla sobre "planchas de oro con escritura", algo que en este blog es ya moneda corriente.
Vayamos al texto.
"En su libro "Un Roman de Tanger. La guerre nouvelle" (1951), el arqueólogo
y escritor René Gau aporta a esta teoría de la Atlántida y al origen
extraplanetario de los atlantes una nueva contribución, fundada en el
descubrimiento, en ur, de placas grabadas que los servicios políticos
norteamericanos mantendrían en secreto.
Tales placas provenientes de las excavaciones arqueológicas efectuadas por
Leonard Wolley en 1927, si son auténticas, añaden al estudio de la primhistoria
indicios que se incorporan curiosamente a las hipótesis sustentadas por nosotros
en conjunto, con los sabios e historiadores de vanguardia: los rusos Jirov y
Agrest y los franceses Lucien Barnier, Louis Paweles, Jacques Bergier y Jean
Nocher.
He aquí lo que el señor René Gau escribe:
"Trazó toda la historia maravillosa de la célebre tumba del rey de Ur
en Caldea (Irak), por Wooley en 1927. En primavera, las búsquedas metódicas que
emprendía iban a dar un resultado sorpresivo ... Mientras allanaba el terreno,
Wooley, bajo un cobre de atavíos, descubrió el pozo que debía conducirle a la
tumba del rey. Luego, se limpió otra estancia, en las que había numerosos
objetos de valor, entre los cuales un estandarte en el que figuraban dibujos de
escenas de guerras. Entre los demás objetos hubo uno que fue hurtado con
habilidad por un trabajador, que disimuladamente logró llevárselo al concluir su
faena".
Muy casualmente, el profesor Gerboult (quién según sospechamos, sería el propio René Gau), corresponsal del British Museum y de, una oficina cultural de New York, encontró el cofrecillo robado a Wooley en poder de un anticuario, que se deshizo de él mediante un precio excesivo, que sólo los norteamericanos aceptaron pagar.
El contenido de aquel cofrecillo se componía de piedras preciosas talladas
y joyas grabadas con signos intraducibles. El profesor Gerboult guardó
intencionalmente "doce hojas de oro" sobre las cuales había
dibujadas unas pictografías, y una estrella de siete ramas de 12 centímetros de
diámetro.
El señor René Gau ha escrito a propósito de los antiguos signos pictográficos grabados en las placas de oro: "La comunicación parecía muy diferente de las de las placas de Ur. Por decir así, parecía un complemento explicativo; hablaba del procedente cofrecillo y de dos planos que se hallaban allí. Uno indicaba la forma de dirigirse al Alto Egipto en el hipogeo de los reyes atlantes y el otro daba el plano en estrella de las tumbas agrupadas de los treinta últimos reyes atlantes, de los cuales el primero y el trigésimo estaban situados al centro y muy nítidamente marcados sobre la estrella plana.
El lugar parece haber sido fijado un poco aproximadamente, pues las
indicaciones hacían comprender que se encontraba entre veinte y treinta días de
marcha del Nilo. Un punto preciso era, con todo, mencionado, y se situaba a
mitad de camino entre Asuán y el oasis del desierto al oeste. Las hojas de oro
traían también la confirmación de la venida a la Tierra en Atlántida de seres
muy perfeccionados, desembarcados del cielo, hace más o menos quince mil
años".
El relato prosigue así:
El relato prosigue así:
"Me enteré por la traducción de los textos grabados que las joyas
tenían un valor mucho más arqueológico que comercial. Constituían talismanes
provenientes de los atlantes, quiénes a su vez los tenían de "seres que
se decían humanos", remotos hermanos de las estrellas. Estos les
visitaron un día, venidos de las profundidades intersiderales en una
nave voladora. Tal descubrimiento debía de servir de base a otras
búsquedas arqueológicas, ya que confirmaba las opiniones de Platón, con las
pasmosa noticia de la existencia de hermanos de nuestra humanidad terrestre,
nítidamente superiores a nosotros, oriundos de otras galaxias".
Hasta aquí. Algunas observaciones.
Pudimos saber que el libro de René Gau, "Un Roman de Tanger - La Guerre
Nouvelle", existe, encontrándose la edición en francés. Desde ya sería
interesante su lectura para obtener algún dato adicional que permita ampliar la
información.
Véase:
Ahora bien. Analizando lo narrado por Charroux surgen varios
cuestionamientos. En primer lugar tenemos que el servicio secreto de Estados
Unidos se llevó el cofre, sin embargo René Gau logró traducir las planchas, lo
cual derriba el mito de escritura ininteligible. Después de todo si la escritura
atlante, como actualmente se sostiene es una de las lenguas raíces universales,
quizás la primera "ante de la confusión de las lenguas", es más que probable su
comprensión, en caso de existir.
Nuevamente posamos nuestra mirada en el servicio secreto norteamericano
¿Qué hacían en la excavación de Wooley? ¿Alertados por quién? ¿Quizás por los
británicos? No hay duda que entre estas dos naciones la colaboración en cuanto a
hallazgos arqueológicos es más que estrecha, algo que no es de extrañar, si
pensamos en el destino de los descubrimientos americanos, que no encajan en las
tesis académicas, y lo cual explica este interés en ocultar cualquier pieza que
no encaja en el sistema impuesto. Es evidente que este tipo de oscuricimiento
histórico lleva mucho tiempo llevándose acabo. De la Atlántida hace tiempo que
se sabe de su existencia, pero los "superiores desconocidos" parecen empeñarse
en negar esa posibilidad que rellenaría las grandes lagunas del pasado de la
Humanidad.
Un dato más. En 1896 W. Scott Elliot, el famoso vidente de origen teósofo,
publicó "La Historia de la Atlántida y del continente perdido de Lemuria"
(1896), donde irónicamente habla sobre planchas de oro que utilizaban los
atlantes como medio de escritura. Casi treinta años antes del descubrimiento de
Ur, Caldea, actual Irak.
Did Atlantis really exist? If so, where?
SECRET OF ATLANTIS - ILLUMINATI FREEMASON 1/8
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