Tarot Los Astros y tu

sábado, 13 de diciembre de 2008

Técnicas para el Despertar de la Conciencia

Es necesario dividir la atención en tres partes:
primera, sujeto;
segunda, objeto u objetos (hablando en forma pluralizada) y tercera, lugar.
Primera, sujeto:
no olvidarse de sí mismo.
Cuando uno se olvida de sí mismo, comete en la vida muy graves errores.
Por ejemplo, si nos olvidamos de sí mismos ante una copa de vino,
¿qué sucedería?
Que no solamente nos tomamos la copa, sino que podemos tomarnos muchas más y emborracharnos; de manera, pues, que sería grave olvidarse uno de sí mismo ante una copa de vino...
Si nos olvidamos de sí mismos ante una persona del sexo opuesto,
¿que sucedería?
Podríamos llegar a la fornicación, ¿verdad?, o al adulterio.
De manera, pues, que no debemos olvidarnos de sí mismos jamás.
Si nos olvidamos de sí mismos, por ejemplo ante un insultador, seguro que terminamos también insultando, hasta dándonos golpes con el insultador.
Es pues indispensable no olvidarse uno jamás de sí mismo;
más es muy fácil olvidarse uno de sí mismo.
Ouspensky, por ejemplo, se propuso una noche andar despierto por las calles de San Petesburgo (digo "andar despierto" para diferenciar esto del andar dormido, que es lo que hacen todas las gentes comunes y corrientes).
Anduvo y anduvo aquel hombre, auto-vigilándose, auto-observándose, controlando la mente y los sentidos.
Ese hombre caminó por todas partes; de pronto, quiso prepara sus cigarros (él fumaba).
Vió una cigarrillería y entró, para hacer preparar, no uno cigarros simplemente, sino unos tabacos.
Cuando salió de allí, fumando, ya no se acordó del ejercicio que estaba practicando.
Anduvo por muchas calles de San Petesburgo, hasta que llegó a su recámara.
Al entrar en su recámara, se acordó otra vez de sí mismo; entonces con dolor se dió cuenta que se le había olvidado el ejercicio y que su Conciencia se había dormido al entrar en la cigarrillería.
Después de eso, anduvo por muchas partes, como un verdadero sonámbulo, entró en sueño...
Vean ustedes cuán difícil es no olvidarse uno de sí mismo.
Pero al decir "no olvidarse de sí mismo", quiero referirme a estar uno vigilando las "entrillas", o sea, los sentidos y la mente, porque si uno no controla los sentidos y la mente, uno cae en el sueño de la Conciencia.
Debe uno auto-observar sus sentimientos, sus impulsos internos y externos, sus instintos, sus hábitos, etc., etc., etc.
El segundo aspecto o la segunda fase del despertar de la Conciencia, es el objeto u objetos.
Si uno ve, por ejemplo, un hermoso objeto:
un traje, o un anillo, un perfume, lo que sea; si lo ve uno en un "aparador" (o como dicen ustedes por allá, en una "vitrina") y si uno se "encanta" con aquel objeto que está viendo allí, lo primero que sucede es que uno cae en la inconsciencia.
¿Por qué?
Porque se olvidó de sí mismo.
Al ver el objeto, hay varios procesos: primero, identificación (se olvida uno de sí mismo y se identifica con el objeto. Dice:
"¡Qué hermoso, qué bello, que bonito es esto; si yo tuviera dinero, me lo compraría!", etc.) Después viene la fascinación (queda uno fascinado con el objeto.
Si es un bonito traje, dice uno:
"¡que bueno; el día que tenga dinero me lo compro!; este color está muy bonito", etc., etc. Y la mujer diría así:
"Este vestido está muy bello, yo me lo compraría").
Bueno, total que vendría la fascinación con aquél objeto, con aquella prenda de vestir y luego se encontraría en el sueño de la Conciencia
Lugar.
Uno tiene que mirar todo lugar en forma detenida, aún el lugar conocido: la sala de la casa, la recámara;
mirarla todos los días como algo nuevo, aprender a verla en forma diferente, distinta.
Donde quiera que uno llegue, lo primero que debe decirse es:
"Bueno, ¿por qué estoy yo aquí, que tengo yo que ver en este lugar? Eso es indispensable, si se quiere despertar Conciencia.
Bien, de manera que entonces les aclaro este ejercicio, pues, de la división de la atención en tres partes:
sujeto, objeto y lugar, que se practica o se debe practicar de segundo en segundo, de instante en instante, de momento en momento, hasta que se vuelva un hábito, hasta que se convierta en instinto;
después trabajará en uno, dijéramos, instintivamente, pero al principio y durante largo tiempo es necesario que esto se practique con rigurosa disciplina esotérica.
Sucederá entonces que tal ejercicio, practicado en el estado de vigilia, se grabará tanto en el subconsciente que trabajará después automáticamente, durante las horas del sueño

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